Porque no voy más a orgías (cuento porno pudoroso)

Nunca creí lo que iba a terminar pasando. Era mi primera vez en una partuza de esas. No viene al caso contar como llegue hasta ahí, pero me pareció un lugar medio rústico para organizar una orgía. Había lindas minas y bien predispuestas. Lo único que me llamó la atención fue sus caras de superadas y cierta tendencia a repetir los mismos temas de conversación Se habló bastante de entrada y se fijaron ciertas pautas sobre como iba a ser la cosa. Costó, pero se terminaron poniendo de acuerdo. A mí, mucho no importaba porque a una orgía se va a coger, para charlar están los bares, pensé, y me metí en el tema. De entrada conocí a una morocha divina de piel bien blanca. Se llamaba Tania, según me dijo antes de que empecemos la acción. La luz era más bien escasa, por lo que mucho no podía ver,y menos enredado con esta chica, pero en la misma sala había varias parejas más pasándola de lo más bien. A mi derecha, una petisa y una pelirroja estaban dejando exhausto a un flaco desgarbado que tenía los ojos dos centímetros por adelante de su nariz. Más allá dos chicas se besaban con fruición mientras una tercera se disponía a participar del juego. Mucho más no pude entrever. Solo minutos después, cuando mi momentánea compañera comenzó a bajar con su lengua por mi pecho con dirección inequívoca, alcancé a contar a unas 20 y pico personas en actitud de ponerla como si el mundo se fuera a terminar en un rato. Salvo un par, las pibas estaban para darles a todas. Los pibes eran todos veiteañeros salvo algún canoso que vaya a saber uno como llegó allí. En cierto momento, mientras mi amiga se ponía cada vez más cachonda creí ver una masa multiforme en la cual se mezclaban piernas, tetas, culos, etc. y que se movía cadenciosamente. Así fue durante varios minutos. Luego, y aquí viene lo raro, empiezo a notar que los participantes del noble evento comienzan a retirarse de a uno hacia la puerta que conducía a un pasillo. Primero uno, después otra, luego otra y así, hasta que quedamos cogiendo mi amiga y yo y alguna que otra pareja a un par de metros de distancia. Se pone más extraña la cosa cuando los otros siguen el camino de los anteriores y también se las toman por el pasillo: "estó seguirá en otras habitaciones, pensé" y seguí con mi chica hasta que acabamos casi juntos. En ese momento es cuando ella se levanta, y sin decirme palabra, sigue el mismo camino que el resto. "La puta -pensé- ¿Y ahora que hago?". Como mucho que pensar no había, yo también encaré por el pasillo.
Era un corredor de unos 25 metros con habitaciones cada tres o cuatro metros hacia cada lado, como todo telo que se precie de tal acá o en Azerbaiján. Como me había quedado solo y sin indicaciones abrí la primera puerta que estaba a mi derecha. Lo único que vi fue a la petisa de hoy pajeándose frenéticamente en el medio de una cama matrimonial sin que la acompañara nadie en el cuarto. Como no me dio pelota seguí caminando. En la siguiente puerta una rubia de pelo cortito hacía lo mismo pero con un ritmo más pausado y reconcentrada en si misma. Obvio que me ignoró. "A la mierda", pensé antes de entrar al tercer cuarto. Ahí un flaco con barba rala se masturbaba parado al lado de una cama. No necesite ver nada más. Agarré mi ropa me vestí y me dije a mi mismo. "En la puta vida vuelvo a una orgía que organicen los del Partido Obrero. Que se vayan a la concha de su madre!".